UNA MISIÓN DE AMOR
El amor del Padre hacia nosotros, personificado en Su Hijo, se ha comprometido con el trabajo ministrador del Espíritu Santo. Y el Espíritu ha sido enviado a la humanidad para revelar la majestad y gloria de este amor eterno.
"El amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos fue dado… os ruego, hermanos, por nuestro Señor Jesucristo y por el amor del Espíritu" (Romanos 5:5; 15:30). El Espíritu Santo es el amor eterno del Padre y del Hijo. Todas Sus obras, todo Su ministerio, están ordenados para expresar y manifestar dicho amor.
Del mismo modo que Jesús aceptó su misión voluntariamente, también lo hizo el Espíritu Santo. Él fue dado por el Padre, a Cristo, quien, a su vez nos envió al Espíritu en una misión de amor. Por lo tanto, toda obra que el Espíritu hace, todo consuelo y consolación que Él trae, toda revelación, toda disciplina, todo cortejo y advertencia, todo proviene del amor. En primer lugar, proviene del amor del Padre, y del amor de Cristo, pero también del propio amor del Espíritu, porque el Espíritu Santo verdaderamente ama a todos aquellos, dentro de quienes Él mora.
Esto puede sonar elemental para algunos lectores, pero, francamente, en estos días de creciente agitación, esta verdad debe ser afirmada en nuestros corazones. Para aferrarnos durante los días venideros, nuestra fe tiene que echar mano de lo siguiente: Si no estamos seguros en el amor de Dios por nosotros, no podremos crecer en la firmeza y en la confianza. Y no vamos a ser capaces de alegrarnos cuando las tormentas furiosas estén sobre nosotros.
El profeta Isaías asemeja la obra y el ministerio del Espíritu Santo con el amor y la comodidad de una madre.
“Como aquel a quien consuela su madre, así os consolaré yo a vosotros, y en Jerusalén tomaréis consuelo” (Isaías 66:13).
En lo natural, no hay mayor concepción del amor que el de una madre tierna y cuidadosa. Ella siempre está ahí para sus hijos, con una palabra nutritiva y reconfortante en los momentos de angustia.
Con esta imagen materna, el Espíritu Santo nos muestra cómo Él cumple Su misión. Él nos está diciendo a través de Isaías, en esencia:
"Como seguidores de Jesús, ustedes ya saben algo sobre el amor. Ahora déjenme mostrarles cuán tierno y paciente es el amor del Padre y de Su Hijo hacia ustedes. Para entenderlo, piensen en el amor de una tierna madre piadosa. Así es cómo Yo obro en ti, así es cómo te ministro".