UNA MISIÓN MÁS GRANDE EN LA VIDA
Las familias de hoy, tanto cristianas como no cristianas, están bajo una enorme presión para ajustarse a los puntos de vista de la sociedad. Tanto los padres como los hijos están luchando bajo la tensión de un mundo enloquecido por el pecado y la tentación. A veces parece que estamos en una guerra, tan desproporcionada, que debemos aferrarnos, permanecer en la batalla, luchar por la integridad de la familia y luchar por las almas de nuestros hijos.
Lo más grande que cualquier padre puede hacer por sus hijos es guiarlos a una relación con Jesús y luego encaminarlos en su fe. Sin Jesús, nuestros hijos se quedan sin fundamento sobre el cual construir, sin una medida del bien y el mal, sin un propósito real para sus vidas. Se ven obligados a mirar al mundo para obtener su sistema de valores; y el mundo siempre se queda corto.
Hay una respuesta a los males de nuestra cultura. Hay una manera de poner fin a la violencia y la desesperanza en cada hogar, escuela y vecindario. Podemos hacerlo reuniendo a las familias y presentándoles el poder y la persona de Jesús, invocando el poder del Espíritu Santo de Dios para redimir nuestro pasado y redefinir nuestro futuro.
Padres, ustedes pueden entrenar a sus hijos para servir en el reino como soldados en una guerra contra la pobreza espiritual. Construir sobre los cimientos de Jesús infunde un sentido de esperanza y propósito dentro de una familia. Cuando los hijos se enamoran de Jesús y le permiten inculcarles un sentido de pasión y una determinación de vivir para él, no tendrán tiempo para la rebelión de los adolescentes. Ellos tendrán una misión más grande en la vida.
“Y les daré un corazón, y un espíritu nuevo pondré dentro de ellos; y quitaré el corazón de piedra de en medio de su carne, y les daré un corazón de carne, para que anden en mis ordenanzas, y guarden mis decretos y los cumplan, y me sean por pueblo, y yo sea a ellos por Dios” (Ezequiel 11:19-20).
Nicky Cruz, evangelista internacionalmente conocido y prolífico autor, se volvió a Jesucristo de una vida de violencia y crimen después de encontrarse con David Wilkerson en la ciudad de Nueva York en 1958 La historia de su dramática conversión fue contada por primera vez en el libro “La Cruz y el Puñal” escrito por David Wilkerson y más tarde en su propio best seller “Corre, Nicky, Corre”.