Una Vida Guiada por un Propósito Claro
Cuando conociste a Jesús por primera vez, tu corazón probablemente estaba lleno de un propósito claro y preciso. Tú experimentaste el amor sanador de Dios y, como muchos cristianos nuevos, anhelabas compartirlo con otros, evangelizando y sirviendo. A medida que avanzaste en esta nueva vida, comenzaste a discernir mejor tu papel en el reino de Dios y tus dones para servirle.
Pero entonces algo peculiar comenzó a suceder. Casi a diario, tu enfoque singular en Jesús fue desplazado por otras demandas. Surgieron pequeñas cosas que capturaron tu atención y te distrajeron hasta un punto en el que lentamente perdiste tu determinación. Tristemente, Cristo comenzó a desvanecerse lejos de tu atención.
Los “Flying Wallendas”, una familia más conocida por realizar actos de cuerda floja sin red de seguridad, demuestran esta necesidad de tener un enfoque similar al láser. En junio de 2013, Nik Wallenda se sumó a la leyenda de su familia al caminar por un cable a través de un desfiladero en el Gran Cañón. Con el poste de equilibrio en la mano y una determinación férrea, luchó contra un viento feroz mientras avanzaba, y caminó por el abismo, nunca distraído por un momento. ¡Su enfoque era literalmente una cuestión de vida o muerte!
Como cristianos, tenemos un llamado aún más alto y no debemos distraernos al punto de serpentear y ser mediocres. Juan el Bautista no permitía la distracción en su vida. Cuando surgió una disputa teológica y varios discípulos trataron de meterlo en ésta, él no lo permitió. Les dijo: “Vosotros mismos me sois testigos de que dije: Yo no soy el Cristo, sino que soy enviado delante de él ... Es necesario que él crezca, pero que yo mengüe” (Juan 3:28, 30). Su enfoque en la vida era claro; su santo llamamiento se centró completamente en Jesús.
Hoy, nuestra cultura impulsada por el éxito nos hace buscar cosas para nosotros mismos. Pero nuestra pasión primordial debe ser por Cristo y proclamar el reino de Dios, tal como lo hizo Juan. Puedes tener el propio Espíritu de Dios sin medida, para guiarte en los propósitos que él ha planeado para ti. ¡Asegúrate de mantener tus ojos puestos en Jesús y en el hecho de que él es tu razón principal para vivir!