UNA VIDA QUE DA
Dar, es la naturaleza del Padre. Un niño que crece en un hogar que da, aprende a compartir y Jesús tiene la naturaleza de dar de Su Padre. Ahora Jesús nos está llamando a continuar con el legado familiar a través de una vida que da.
Para ello, Cristo nos provee de una poderosa imagen en la Última Cena. Él levanta el pan y el vino y dice: "Este pan es mi cuerpo, partido por ustedes. Y esta copa es mi sangre, derramada por ustedes" (ver Marcos 14:22-23). Nota lo que Jesús hace a continuación con el pan: Él lo bendice, lo parte y lo da. Al hacer esto, Cristo nos demuestra cómo es una vida derramada. Es bendecida. Es partida. Y es entregada. Así también es cuando uno es un hijo o una hija del Dios vivo.
Esta es la diferencia central entre el ser humano promedio, cuyo objetivo principal es satisfacer sus propias necesidades y alguien que ha descubierto el propósito de la vida y se derrama a sí mismo por los demás. En Cristo, estamos llamados a pasar de una vida de "obtener" a una vida de "dar". Jesús faculta esta transición para nosotros en el Espíritu, reemplazando nuestro espíritu mundano con Su propio Espíritu Santo. Él nos dice: "Tú has sido bendecido por Mí y ahora tienes el propósito de entregar esas bendiciones".
Esta es una teología gloriosa, pero es la transición más difícil que alguna vez haremos en la vida. En los últimos años los libros cristianos más vendidos se han centrado en el lado de "obtener" de la vida. Su tema central es cómo Dios anhela bendecir a Sus hijos. Sabemos que esta es una verdad de Dios a causa de su naturaleza dadora; Él quiere abrir las ventanas del cielo para derramar Sus poderosos recursos sobre nosotros. Él, en efecto, quiere bendecir nuestro matrimonio, nuestra salud, nuestras finanzas. Así que estos libros más vendidos tienen su lugar, y admito que yo mismo he obtenido ayuda de algunos de ellos.
Pero hay algo que falta en estos libros. Hay algo mucho mejor que una vida bendecida de obtener, y es una vida quebrantada de dar. Una vida que obtiene es fácil; una vida que da es difícil y gratificante.
Recuerda, Él bendijo. El partió. Él entregó. A menudo en la iglesia, este proceso se rompe después del primer paso. Muchos cristianos no llegan más allá de la parte de bendición. Ellos no permiten que sus vidas sean quebrantadas o partidas delante de Dios, por lo que nunca llegan al último paso: Dar. Por ende, nunca ven el cumplimiento del propósito de Dios en bendecirnos.