VENCIENDO LAS SEMILLAS DE DUDA
Juan el Bautista era un hombre de la Palabra. Había pasado toda su vida estudiando las Escrituras en soledad y meditando en la ley. Él señaló a Jesús y declaró: “He aquí el Cordero de Dios” (Juan 1:29). Él había visto al Espíritu Santo descender sobre Cristo como paloma y había oído la voz del Padre declarando a Jesús como su propio Hijo. Sin embargo, Juan se hallaba en la cárcel, su poderoso y ungido ministerio fue interrumpido por el malvado rey Herodes (ver Lucas 3:19-20). Ahora las multitudes que habían seguido a Juan se habían ido, la “voz del que clama en el desierto" se había silenciado.
El ministerio público de Juan sólo duró un año, pero durante ese tiempo, Dios demostró su poder a través de la predicación de Juan. Jesús sabía que este ferviente profeta preferiría estar muerto antes que encerrado en prisión. Después de todo, él había vivido todos sus años en un desierto abierto, caminando por la tierra y durmiendo en cuevas.
Mientras Juan estaba preso, una especie de profunda y oscura prueba del alma se apoderó de él y comenzó a dudar. Juan debió haberse preguntado por qué Jesús no lo había liberado de la prisión. Después de todo, Isaías había profetizado que el Mesías liberaría a los cautivos cuando viniera. Francamente, Jesús no estaba a la altura de las expectativas de Juan. ¿Era realmente el Mesías prometido? (Ver Mateo 11:2-3.)
El mismo diablo que tentó a Jesús en el desierto intentó destruir la fe de Juan. Y él usa estas mismas mentiras y engaños contra nosotros hoy. Su objetivo es plantar semillas de duda en nosotros acerca de la Palabra de Dios, sus promesas, su deleite en nosotros. Satanás quiere que te vuelvas impaciente mientras esperas las respuestas a tus oraciones. Pero la impaciencia con Dios puede hacer que tus oraciones se conviertan en “un olor extraño” en lugar de un incienso de olor fragante.
Santiago 1:2-4 nos da este aliento: “Hermanos míos, tened por sumo gozo cuando os halléis en diversas pruebas, sabiendo que la prueba de vuestra fe produce paciencia. Mas tenga la paciencia su obra completa, para que seáis perfectos y cabales, sin que os falte cosa alguna”.