Victorioso en Cada Batalla
Dios prometió que saldrías victorioso en cada batalla, coronado por su fuerza. “Engrandécete, oh Jehová, en tu poder; Cantaremos y alabaremos tu poderío” (Salmos 21:13).
Muy pocos cristianos celebran esta victoria y tienen este gozo. Multitudes nunca conocen el reposo del alma o la paz de la presencia de Cristo en medio de sus pruebas. Caminan como si estuvieran de luto, imaginándose a sí mismos bajo el pulgar de la ira de Dios en lugar de bajo sus alas protectoras. Lo ven como un severo capataz, siempre listo para azotarles la espalda con un látigo. Viven sin esperanza, más muertos que vivos.
A los ojos de Dios, el problema de los creyentes no es el pecado porque Jesús resolvió nuestro problema del pecado de una vez por todas en el Calvario. Él no nos insiste: “Esta vez has cruzado la línea”. ¡No! Su actitud hacia nosotros es justamente lo opuesto. Su Espíritu constantemente nos corteja, recordándonos la misericordia del Padre incluso en medio de nuestros fracasos.
Cuando nos enfocamos en nuestro pecado, perdemos de vista lo que más quiere Dios. “Sin fe es imposible agradar a Dios; porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que le hay, y que es galardonador de los que le buscan” (Hebreos 11:6). Este versículo lo dice todo. El mayor problema de los creyentes es la confianza.
Nuestro Dios es un galardonador; y está tan ansioso por colmarnos de su misericordia que nos bendice mucho antes de lo previsto. Este es el concepto que nuestro Padre celestial anhela que tengamos de él. Él sabe cuándo nos arrepentiremos de nuestros fracasos y pecados. Él sabe cuándo vendrá nuestra contrición. Él anhela que confiemos en su naturaleza santa y en el poder limpiador de la sangre de su Hijo.
El Espíritu Santo expulsa todo temor de nosotros, el miedo a caer, a ser apartados de Dios, a perder la presencia del Espíritu; al implantar en nosotros su gozo. Debemos salir gozosos, como lo hizo David, porque Dios nos ha asegurado que prevaleceremos a través de la victoria que él ya nos ha asegurado en Cristo.