VIENDO Y CONOCIENDO EL AMOR DE DIOS
Trágicamente, el mundo religioso se ha dividido durante siglos. A través de las generaciones, terribles divisiones han enfrentado a los cristianos unos contra otros. Hermano ha venido contra hermano, hermana contra hermana, y denominaciones enteras han sido arruinadas.
La verdad es que, honestamente, amo a mi hermano sólo cuando puedo estar al lado de él en adoración a Jesús. Sé que realmente amo a mi hermano cuando puedo estar con confianza ante el trono de Cristo sabiendo que no tengo nada en mi corazón contra él. Y sé que realmente amo a mi hermano cuando tengo el mismo amor por él que Jesús me tuvo para conmigo.
Entonces, ¿cómo nos amamos verdaderamente unos a otros como Cristo nos ama?
Sucede cuando perdonamos a los que nos han herido, tal como Cristo nos perdonó.
Sucede cuando nos acercamos a los desviados, haciendo todo lo posible para restaurarlos.
Sucede cuando estimamos a otros, como superiores a nosotros mismos.
Querido santo, te suplico hoy: Rinde toda amargura, lucha y falta de respeto. No obstaculices la bendición de Dios en tu vida y en tu hogar. Obedece Su nuevo mandamiento para ti y recuerda Su Palabra: “En esto todos sabrán que ustedes son Míos, ¡si se aman unos a otros!” (ver Juan 13:35). Los perdidos verán y conocerán el amor de Dios a través de Su pueblo obediente, gozoso y sacrificado, la iglesia. ¡Amén!
“Nada hagáis por contienda o por vanagloria; antes bien con humildad, estimando cada uno a los demás como superiores a él mismo” (Filipenses 2:3).