VIVIENDO UNA VIDA EXAMINADA POR LA PALABRA DE DIOS

David Wilkerson (1931-2011)

Cuando leo sobre las proezas de los hombres de Dios en el Antiguo Testamento, mi corazón arde. Estos siervos estaban tan cargados por la causa del nombre de Dios, que hicieron obras poderosas que desconciertan las mentes de la mayoría de los cristianos de hoy.

Uno de esos santos fue Esdras, un hombre de Dios que despertó a toda su nación para Dios. La Escritura dice que Dios puso su mano sobre Esdras, y éste testificó: “Y yo, fortalecido por la mano de mi Dios sobre mí” (Esdras 7:28). Dios extendió su mano, envolvió a Esdras y lo convirtió en un hombre diferente.

¿Por qué haría Dios eso? Había cientos de escribas en Israel en ese momento y todos tenían el mismo llamado a estudiar y explicar la Palabra de Dios al pueblo. La Escritura nos da la respuesta: “Porque Esdras había preparado su corazón para inquirir la ley de Jehová y para cumplirla, y para enseñar en Israel sus estatutos y decretos” (Esdras 7:10). Esdras tomó una decisión consciente de buscar la Palabra de Dios por encima de todo y obedecerla. Y nunca se desvió de esa decisión.

Esdras no tuvo una experiencia sobrenatural que lo hizo amar las Escrituras. Dios no le dijo: “Vas a hacer que 50,000 personas se arrepientan y hagan mi obra, pero para hacer eso necesitarás poder, fortaleza, pureza, autoridad espiritual. Sin embargo, esto viene sólo por conocer y obedecer mi Palabra. Mañana, te despertarás con un hambre cada vez mayor para estudiar la Palabra”.

No, no fue así en absoluto. Esdras fue diligente en escudriñar las Escrituras mucho antes de que Dios pusiera su mano sobre él. Él dejó que la Palabra lo examine, lo lave, y, como resultado, Dios lo ungió.

Ciertamente, la unción de Dios es sobrenatural, pero él pone su mano sobre aquellos que están totalmente dedicados a conocer y obedecer su Palabra. Ahí es donde la unción comienza. Nadie puede esperar el toque de Dios si no es alguien apasionado con las Escrituras.