Deléitate en Jehová

David Wilkerson (1931-2011)

Nuestra paz y contentamiento siempre dependen de nuestra rendición a las manos de Dios, sin importar nuestras circunstancias. El salmista escribe: Deléitate asimismo en Jehová, y él te concederá las peticiones de tu corazón” (Salmos 37: 4).

Si te has rendido completamente a las manos de Dios, entonces podrás soportar todas y cada una de las dificultades. El deseo de tu Padre es que puedas realizar tus quehaceres diarios sin temor ni ansiedad, confiando totalmente en su cuidado. Y tu rendición a él tiene un efecto muy práctico en tu vida. Cuanto más rendido estés al cuidado y protección de Dios, más indiferente serás a las condiciones que te rodean.

Si estás rendido a él, no estarás constantemente tratando de averiguar cuál es el siguiente paso. No te asustarán las espantosas noticias que se arremolinan a tu alrededor. No te sentirás abrumado al pensar en los días venideros porque has confiado tu vida, tu familia y tu futuro en las seguras y amorosas manos de tu Señor.

¿Cuán preocupadas crees que están las ovejas cuando siguen a su pastor? No están preocupadas en absoluto, porque están totalmente rendidas al que las conduce. Asimismo, nosotros somos las ovejas de Cristo, que es nuestro gran Pastor. Entonces, ¿por qué deberíamos estresarnos, inquietarnos o preocuparnos por nuestra vida y nuestro futuro? ¡Él sabe perfectamente cómo proteger y preservar su rebaño porque él nos conduce con amor!

En mi propia vida, he tenido que aprender a confiar en Dios, un problema a la vez. Piénsalo: ¿Cómo puedo decir que confío en Dios en todo, si no he probado que puedo confiar en él en una sola cosa? Simplemente decir las palabras: "Confío completamente en el Señor", no es suficiente. Yo tengo que demostrarlo una y otra vez en mi vida, en muchas áreas y en las cosas cotidianas.

Muchas personas que viven hoy en día han dicho: Renuncio, me comprometo, confío”, sólo después de decir que no había otra salida para su situación. Pero la verdadera renuncia, rendición, del tipo que agrada a Dios, se hace libre y voluntariamente, antes de que ya no tengamos otra opción. Debemos actuar de acuerdo con el Señor, como lo hizo Abraham, entregando a Dios su vida como un cheque en blanco y dejando que el Señor lo llene todo.