Body

Devocionales en Español

CONFIANDO EN DIOS

David Wilkerson

Considera el testimonio que hemos dado acerca de nuestro glorioso Señor. Hemos dicho que Él proveerá, llamándolo Jehová Jireh. Hemos declarado Sus promesas acerca de suplir para Sus hijos. Él nos promete:

“Actué a causa de mi nombre, para que no se infamase a la vista de las naciones ante cuyos ojos los había sacado [a Israel]” (Ezequiel 20:14).

En esencia, Él está diciendo: “Cuando libré a Israel, no lo hice en un rincón escondido. Yo obré milagros para ellos, delante de los ojos de todo el mundo. Ahora, quiero hacer lo mismo en tu generación”.

LEVÁNTATE Y ANDA

David Wilkerson

Mientras Pedro y Juan caminaban hacia el templo, se encontraron con un pordiosero que era cojo de nacimiento. Probablemente, Pedro y Juan se habían encontrado antes con este hombre muchas veces, pero en esta ocasión se detuvieron. Las personas alrededor debieron haber escuchado a Pedro decirle al pordiosero: “Míranos…en el nombre de Jesucristo de Nazaret, levántate y anda” (Hechos 3:4, 6).

BUSCANDO A DIOS

Gary Wilkerson

Aún después de que el Señor los bendijera poderosamente, los israelitas se tornaron a los ídolos. Mientras Moisés tenía comunión con Dios en el monte, el pueblo fundía sus joyas para hacer un becerro de oro. No podemos comparar esto con nada en el presente, pero el punto es este: Cuando tú buscas las bendiciones de Dios sin buscar a Dios mismo, terminas en idolatría, porque el enfoque de tu búsqueda es algo terrenal. Como dice Pablo:

¡DESPIERTEN, VALIENTES!

Claude Houde

Proclamad esto entre las naciones, proclamad guerra, despertad a los valientes, acérquense…diga el débil: Fuerte soy. Despiértense las naciones, y suban al valle de Josafat” (Ver Joel 3:9-12).

Les ruego que oren conmigo: "Señor, aumenta nuestra fe", pero también les desafío a tomar la decisión de ser un valiente para Dios. Utilizo deliberadamente la expresión "rogar" porque creo que es apropiada y proporcional a nuestra causa y la importancia de los tiempos.

DIOS DEFIENDE A SU PUEBLO

David Wilkerson

Las Escrituras dicen que el Rey Ezequías era temeroso de Dios: “Siguió [se aferró] a Jehová” (2 Reyes 18:6).

Durante el reinado de Ezequías, Jerusalén fue sitiada por los asirios, el imperio más poderoso del mundo en aquellos días. Este vasto ejército ya había capturado Samaria y las ciudades de Judá, y ahora habían rodeado Jerusalén. Su capitán, burlándose, les dijo: “Hemos vencido a los dioses de todas las naciones. ¿Cómo esperan que su Dios los libre?"

EL FUEGO NO PUDO DAÑARLOS

David Wilkerson

Sadrac. Mesac y Aded-nego, a quienes a menudo se les llama “los tres jóvenes hebreos”, rehusaron postrarse en adoración ante el ídolo de oro de 30 metros de alto que Nabucodonosor había hecho. Ellos se mantuvieron firmes aún cuando fueron condenados a morir en un horno de fuego ardiendo. Mientras el perverso rey les preguntó sarcásticamente: “¿Qué Dios será aquel que os libre de mis manos?” (Daniel 3:15), los jóvenes comprometieron al Señor a cumplir sus promesas:

LA FIDELIDAD DE DIOS

David Wilkerson

Hay momentos que parecen como que Dios no se mostrara, momentos en que su pueblo ha quedado avergonzado y desesperado, pero la historia aún no había terminado. (La cruz fue uno de esos momentos). De lo que no nos damos cuenta cuando estamos en medio de la crisis es que el propio honor de Dios está en juego.

EL FAVOR MAYOR

Gary Wilkerson

Si tu presencia no ha de ir conmigo, no nos saques de aquí” (Éxodo 33:15).

Moisés sabía que algo de Dios superaba a Sus bendiciones y aún a Sus obras sobrenaturales. Él sabía que más allá del favor ilimitado de Dios había un favor mayor, un favor que no se encuentra en las cosas que Él hace, sino sólo en Quien Él es.

UN CIELO SIN LA PRESENCIA DE DIOS

VIVIENDO EN LA BENDICIÓN

Nicky Cruz

Después de haber cometido su gran pecado, David oró:

Ten piedad de mí, oh Dios, conforme a tu misericordia; conforme a la multitud de tus piedades borra mis rebeliones. Lávame más y más de mi maldad, y límpiame de mi pecado. Porque yo reconozco mis rebeliones, y mi pecado está siempre delante de mí. Esconde tu rostro de mis pecados, y borra todas mis maldades. Crea en mí, oh Dios, un corazón limpio, y renueva un espíritu recto dentro de mí. ”(Salmo 51: 1-3, 9-10).