UN PECADO DEVASTADOR
“Sin fe es imposible agradar a Dios”. Creo profundamente que el pecado de incredulidad es uno de los más devastadores del cristianismo moderno. La incredulidad nos corta espiritualmente la garganta y nos ciega. Nos hace adormecernos y nos ata poco a poco, inexorablemente, año tras año, hasta que llegamos a aceptar lo inaceptable.