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Devocionales en Español

VICTORIA IMPOSIBLE

David Wilkerson

Un mensajero trajo un informe espantoso a Asa, rey de Judá: ¡Un ejército de un millón de hombres se dirigía hacia ellos! Los etíopes y los libios habían unido sus fuerzas, y ahora este gran ejército iba hacia Judá, decidido a destruirla.

El día previo a esto, Asa había llamado al pueblo para dar gracias al Señor por la paz y las bendiciones que estaban disfrutando porque habían buscado a Dios. Y entonces leemos: "Y salió contra ellos" (2 Crónicas 14:9). De la noche a la mañana, Judá estaba en guerra, enfrentando a un millón de soldados hostiles.

DEJANDO QUE LA PAZ DE DIOS GOBIERNE

David Wilkerson

Dios, por su Espíritu, crea la paz, El hace que suceda, y la crea en ti.

No estoy hablando sólo de una paz con Dios. La paz que crea en ti es una conciencia tranquila, una paz que brota y fluye dentro, sanando, estabilizando y desarrollando confianza.

Cuando se tiene tal paz, dejas de tratar de jugar a ser Dios. Dejas de tratar de resolver tus problemas y los de los demás. Dejas de imaginar en tu mente lo que podría suceder, que alguna cosa horrenda podría llegar a ocurrir.

¡PAZ, PAZ!

David Wilkerson

“Produciré fruto de labios: Paz, paz” (Isaías 57:19). Esta es una de las promesas más alentadoras en la Palabra de Dios. El Señor dice que va a echar fuera de nosotros el espíritu de temor e implantará su espíritu sobrenatural de paz. Isaías repite aquí la palabra "paz" para hacer hincapié de que se trata de una paz continua.

El Espíritu Santo promete: "Voy a crear paz en ti". Una vez que experimentamos esta paz, se convertirá en una palabra creativa que fluya de nuestros labios hacia los demás.

EL DESTRUYE LOS PODERES DE LAS TINIEBLAS

Gary Wilkerson

Mientras Jesús estaba enseñando en la sinagoga, un hombre poseído con un espíritu maligno clamó: “¿Qué tienes con nosotros, Jesús nazareno? ¿Has venido para destruirnos?” (Lucas 4:34).

Observa la pregunta: “¿Has venido para destruirnos?”. Ahora si podemos decir que somos victoriosos, porque Jesús no solo interviene, sino que destruye.

MANTENER VIVO EL FUEGO

Jim Cymbala

La última carta que escribió Pablo fue para Timoteo, un joven ministro que él había ordenado. En la carta Pablo le dijo: "Por lo cual te aconsejo que avives el fuego del don de Dios que está en ti por la imposición de mis manos.Porque no nos ha dado Dios espíritu de cobardía, sino de poder, de amor y de dominio propio" (2 Timoteo 1:6-7). Tenemos una imagen de un fuego que está casi apagado, brasas que hay que avivar para mantener el fuego ardiendo. Pablo quería que Timoteo avivara las llamas del Espíritu.

CONSOLADOS POR DIOS

David Wilkerson

“En Jerusalén tomaréis consuelo” (Isaías 66:13).

¡Qué tal profecía! Este versículo habla del consuelo en la Iglesia, de cada miembro del cuerpo de Cristo amándose y nutriéndose el uno al otro. Es un cuadro del pueblo de Dios consolando las heridas los unos de los otros y participando de sus sufrimientos.

EL AMOR DE MI PADRE

David Wilkerson

Una madre se quedará con su hijo enfermo hasta que llegue la cura. Ella incluso soportaría si el niño rechazara su amor. Ese hijo puede caer en pecado, sin tener en cuenta todas las palabras de orientación y corrección de su madre. Puede llegar a sentirse abrumado por el desaliento o la incredulidad, o llegar a ser orgulloso, terco y rebelde. Sin embargo, a pesar de todo, su madre nunca se da por vencida con él.

UNA MISIÓN DE AMOR

David Wilkerson

El amor del Padre hacia nosotros, personificado en Su Hijo, se ha comprometido con el trabajo ministrador del Espíritu Santo. Y el Espíritu ha sido enviado a la humanidad para revelar la majestad y gloria de este amor eterno.

"El amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos fue dado… os ruego, hermanos, por nuestro Señor Jesucristo y por el amor del Espíritu" (Romanos 5:5; 15:30). El Espíritu Santo es el amor eterno del Padre y del Hijo. Todas Sus obras, todo Su ministerio, están ordenados para expresar y manifestar dicho amor.

FIRMES Y CONFIADOS

David Wilkerson

“Cristo…hijo sobre su casa, la cual casa somos nosotros, si retenemos firme hasta el fin la confianza y el gloriarnos en la esperanza. Por lo cual, como dice el Espíritu Santo: Si oyereis hoy su voz, no endurezcáis vuestros corazones, como en la provocación, en el día de la tentación en el desierto, donde me tentaron vuestros padres; me probaron, y vieron mis obras cuarenta años” (Hebreos 3:6-9, la cursiva es mía).