HAMBRE DE LA PALABRA DE DIOS

David Wilkerson

"El gozo de Jehová es vuestra fuerza" (Nehemías 8:10). Cuando estas palabras fueron proclamadas, los israelitas acababan de volver del cautiverio en Babilonia. Bajo el mando de Esdras y Nehemías, el pueblo había reconstruido los muros caídos de Jerusalén. Y ahora pusieron su mirada en el restablecimiento del templo y la restauración de la nación.

LA PRIMERA DE SUS SEÑALES

Gary Wilkerson

La Escritura nos cuenta que en las bodas de Caná estaban allí "seis tinajas de piedra para agua, conforme al rito de la purificación de los judíos, en cada una de las cuales cabían dos o tres cántaros" (Juan 2:6). En obediencia a Jesús, los sirvientes llenaron las grandes tinajas con agua, que milagrosamente se convirtió en un sabroso y delicioso vino tinto.

UN GRAN DESAFÍO

Jim Cymbala

Desafortunadamente, buscar al Señor de todo corazón no nos exime de ataques externos. Después de diez años de paz, el territorio de Asa fue repentinamente invadido por un enorme ejército etíope sin motivo aparente. Asa era bisnieto de Salomón y el hecho de que el siguiera al Señor no le garantizaba un camino sin problemas durante el resto de su vida.

En momentos así, aquellos que buscan a Dios han construido un depósito de fe que está listo para afrontar los nuevos problemas y saben exactamente qué hacer:

EL DIOS QUE PROVEE FIELMENTE

David Wilkerson

Cuando disponemos nuestro corazón para obedecer la palabra de Dios, permitiendo que su Espíritu exponga y mortifique todo el pecado en nuestras vidas, el Señor mismo hace que nos regocijemos. "... y se regocijaron, porque Dios los había recreado con grande contentamiento." (Nehemías 12:43). Creo que este derramamiento de bendición incluye abundante gozo, aún en medio de nuestras pruebas. El Señor abre el cielo y nos bautiza con el "gozo de Jesús" con gritos, regocijo y cánticos, sin importar cuáles sean nuestras circunstancias.

EL GOZO DE JESÚS

David Wilkerson

Donde la palabra de Dios es reverenciada, el resultado inevitable es un derramamiento genuino del "gozo de Jesús".

Nehemías y Esdras le dijeron a la multitud que había vuelto a Jerusalén: "Ustedes han estado entusiasmados con la palabra de Dios - hambrientos por ella, amándola, permitiendo que obre en sus corazones. Se han arrepentido, llorado y entristecido - y Dios se ha complacido con ustedes. Pero llegó el tiempo de regocijarse. Saquen sus pañuelos y sequen sus lágrimas. Este es un tiempo de gran gozo y alegría.”

MIRA EL ENEMIGO HUIR

David Wilkerson

“Porque yo derramaré aguas sobre el sequedal, y ríos sobre la tierra árida” (Isaías 44:3)

¿Te ha traído el Señor Su Palabra que sacia la sed? Ha venido a ti en tus períodos de sequía y te ha inundado con Su Espíritu? ¿Estás bebiendo el agua pura de su Palabra?

Si es así, estás listo para reclamar otra promesa del pacto: “Mi Espíritu derramaré sobre tu generación, y mi bendición sobre tus renuevos; y brotarán entre hierba, como sauces junto a las riberas de las aguas.” (Versículos 3-4).

SIMPLE OBEDIENCIA

Gary Wilkerson

En las bodas de Caná de Galilea, María, la madre de Cristo, se dio cuenta que el vino se había acabado y dio instrucciones a los siervos de Su Hijo y les dijo: “Haced todo lo que os dijere” (Juan 2:5)

LA ORACIÓN DEL SEÑOR

Carter Conlon

En Lucas 11:2-4 Jesús nos enseñó sobre la oración. Examinemos brevemente algunos de los conceptos básicos que Él enseñó.

Padre Nuestro”: Debemos entender que ahora estamos en relación con Dios el Padre por medio de Jesucristo. Esto nos otorga el derecho a presentarnos delante de Su trono y dar a conocer nuestras peticiones.

Que estas en los cielos”: Sus caminos son más altos que los nuestros; Sus pensamientos son más altos que nuestros pensamientos. Él vive en un lugar de victoria absoluta y total. No existe posibilidad de derrota en Dios.

PADRES QUE ORAN

David Wilkerson

Un día todos estaremos delante del Juez y responderemos por cómo criamos a nuestros hijos. Y en aquel momento, ninguno de nosotros será capaz de dar excusas o de culpar a alguien más. Por lo tanto, hoy tenemos que examinarnos a nosotros mismos, haciendo la pregunta: ¿Hemos criado a nuestros hijos en el temor y la amonestación del Señor? ¿Hemos modelado para ellos una vida de amor y de reverencia al Señor?