SEÑOR, ENSÉÑANOS A ORAR
¿Alguna vez has sentido que falta algo en tus oraciones, que de alguna manera no son tan profundas o tan eficaces como deberían ser? Después de todo, hay una gran diferencia entre la oración que es impulsada por el esfuerzo humano y la oración que es divina y que verdaderamente echa mano de Dios. Por ejemplo, considera la oración del famoso reformador escocés John Knox, que estaba de pie en una montaña y clamó: “¡Dios, dame Escocia o me muero!”. Poco tiempo después, la gente comenzó a salir a las calles bajo la convicción de Dios.