ABUNDA EN ESPERANZA

David Wilkerson

“Y el Dios de esperanza os llene de todo gozo y paz en el creer, para que abundéis en esperanza por el poder del Espíritu Santo” (Romanos 15:13, énfasis añadido).

Según Pablo, cuando se trata el asunto de la esperanza, la obra del Espíritu Santo tiene que ser incluida. Así que, ¿cómo podemos abundar en esperanza, como Pablo oró? ¿Cómo nos podemos regocijar en esperanza? y ¿Cómo podemos obtener la seguridad plena de ello? En la salvación, se siembra una semilla de esperanza, por supuesto, pero durante nuestro caminar con Jesús debe haber una madurez de dicha esperanza.

SI TIENES SED

Gary Wilkerson

Al comienzo de su ministerio, Jesús anunció esto acerca de sí mismo: “En el último y gran día de la fiesta, Jesús se puso en pie y alzó la voz” (Juan 7:37, énfasis añadido). Jesús no hizo tan sólo una declaración; Él alzó la voz. Y Él esperó hasta el día más importante para hacer Su anuncio: “[Él] alzó la voz, diciendo: Si alguno tiene sed, venga a mí y beba. El que cree en mí, como dice la Escritura, de su interior correrán ríos de agua viva” (Juan 7:37-38).

NO HAY SALIDA HUMANA

David Wilkerson

Hablemos sobre la esclavitud del pecado, es decir, tu batalla con la carne. Bajo el Nuevo Pacto, Dios permite que pasemos por situaciones para mostrarnos cuán indefensos somos y cuánto dependemos de Él, para ser librados a través de la fe. Dios nunca nos conduce a la tentación, pero a veces, Él permite que lleguemos al final de nuestra capacidad.

SÓLO ESTAD QUIETOS

David Wilkerson

¿Estás enfrentando una severa crisis ahora mismo? Tal vez te preguntas: "¿Qué se supone que debo hacer cuando soy llevado a una situación tan deseperante? ¿Qué debo hacer cuando nada parece tener esperanza, cuando no hay un lugar a dónde ir, ni hay una escapatoria visible? ¿Qué pasa cuando estoy abrumado por el miedo porque todo lo que me rodea se está desmoronando y no tengo respuestas para mis problemas, nadie que me diga cómo salir de mi crisis?".

CUANDO NO HAY ESCAPE

David Wilkerson

Leemos en Éxodo 14, que Dios había dicho a los hijos de Israel que acamparan “delante de Pi-hahirot, entre Migdol y el mar” (14:2).  Esta ubicación estaba entre dos pases de montaña, con el mar que rodeando un tercer lado. La única ruta posible de escape estaba atrás, en el desierto; y ésta, estaba bloqueada por el ejército de Faraón, que se aproximaba. 

“DIOS, ¿DÓNDE ESTÁS?”

David Wilkerson

En tiempos de crisis, queremos hacer algo y arreglar la situación. Quedarnos quietos y esperar, va en contra nuestra naturaleza; de hecho, esperar pacientemente que Dios actúe es probablemente lo más difícil del camino cristiano. Incluso los creyentes devotos, entran en pánico cuando el Señor no actúa rápidamente y a menudo claman desesperadamente: "Señor, ¡haz algo!”.

SÓLO RESISTE UN POCO MÁS

Gary Wilkerson

¿Alguna vez has estado en un largo viaje por carretera y después de conducir cientos de kilómetros, ves una señal que dice que tu destino está a sólo treinta kilómetros de distancia? Se podría pensar que los últimos kilómetros pasarían rápidamente, pero parecerá que pasaran muy lentamente. La última parte de un viaje puede ser la más difícil.

¡Creemos!

David Wilkerson

Era la noche anterior a la crucifixión de Cristo. Jesús había reunido a sus discípulos en un aposento alto para prepararlos para su partida de la tierra. Después de compartir la cena con ellos, el Señor tomó una toalla y procedió a lavar los pies de los hombres.

Esa noche, Jesús les dijo a estos devotos seguidores que iba a ser “levantado” (es decir, crucificado) a manos de hombres malvados. Cuando les dijo esto, les estaba anunciando lo que estaba por suceder.

Misericordia, Paz y Alegría

David Wilkerson

“La paz os dejo, mi paz os doy; yo no os la doy como el mundo la da. No se turbe vuestro corazón, ni tenga miedo” (Juan 14:27).

En la cruz, la misericordia y la paz tomaron el rostro de Jesucristo. A lo largo de la historia, cada vez que un hijo de Dios ha confiado plenamente en el poder purificador y sanador de la sangre de Cristo, se le ha prometido la paz. Es la paz de Cristo, la mismísima paz que gobierna el paraíso.

Las palabras del apóstol Pablo sobre este tema están destinadas a ayudar a cada creyente a aplicar esta verdad en su propio andar: