NO ERA DE ESTE MUNDO
Elías y Enoc, los únicos dos profetas que fueron traspuestos, tenían algo en común. Ambos eran enemigos del pecado y clamaban contra él. Ambos caminaban tan cerca de Dios que no podían dejar de compartir su odio por la impiedad.
El efecto innegable en todos los que caminan con Dios es un creciente odio hacia el pecado, y no sólo el odio, sino la separación de él. Si todavía amas este mundo y estás a gusto con los impíos - si eres amigo de los que lo maldicen - no estás caminando con el Señor, sino sentado en la cerca, exponiéndolo a vergüenza pública.