Victorioso en Cada Batalla
Dios prometió que saldrías victorioso en cada batalla, coronado por su fuerza. “Engrandécete, oh Jehová, en tu poder; Cantaremos y alabaremos tu poderío” (Salmos 21:13).
Dios prometió que saldrías victorioso en cada batalla, coronado por su fuerza. “Engrandécete, oh Jehová, en tu poder; Cantaremos y alabaremos tu poderío” (Salmos 21:13).
“Mas Saúl estaba temeroso de David, por cuanto Jehová estaba con él, y se había apartado de Saúl” (1 Samuel 18:12).
Satanás envidia y teme a la mayoría de los que han estado con Dios en oración y están decididos a ponerse de pie y luchar con fe. Satanás teme incluso a un pequeño ejército de aquellos que están ceñidos en la fe para una pelea. Él se acobarda frente a los que están de pie y dispuestos a resistir.
Debido a que él te teme, su estrategia es neutralizar tu espíritu de lucha.
El apóstol Pablo enseñó a la iglesia de Colosas: “Por lo cual también nosotros… no cesamos de orar por vosotros, y de pedir que seáis llenos del conocimiento de su voluntad en toda sabiduría e inteligencia espiritual, para que andéis como es digno del Señor, agradándole en todo, llevando fruto en toda buena obra, y creciendo en el conocimiento de Dios” (Colosenses 1:9-10).
En Génesis 15, Dios hizo un glorioso acuerdo con Abraham. Él instruyó al patriarca a tomar una novilla, una cabra y un carnero y los cortara todos en dos. Entonces Abraham tomaría una tórtola y una paloma y las pondría en el suelo, cabeza con cabeza. Abraham hizo lo que se le ordenó; y mientras estas criaturas yacían sangrando, los buitres comenzaban a descender sobre los cadáveres.
Puedes notar en tu propia vida cuando el Espíritu Santo quiere traerte una mayor medida de sí mismo, un mayor bautismo de su poder, que a menudo encuentras estos momentos acompañados de lágrimas. Nunca te avergüences de las lágrimas. Nunca te avergüences de llorar. Nunca intentes alejarte de las emociones que surgen cuando Dios comienza a moverse en tu vida. Él quiere conmover no sólo tu mente sino también tu corazón y llevarte a un lugar de lágrimas también.
“Escudriñemos nuestros caminos, y busquemos, y volvámonos a Jehová” (Lamentaciones 3:40).
Al leer Hebreos 11, encontramos un único denominador común de las vidas de las personas mencionadas. Cada uno tenía una característica particular que denotaba el tipo de fe que Dios ama. ¿Cuál era este elemento? Su fe nació de una profunda intimidad con el Señor.
Marcos 4:35-41 relata la historia de Jesús y sus discípulos en una barca, siendo agitados en una tempestad. Al retomar la escena, Cristo acababa de calmar las olas con una sola orden. Ahora se vuelve hacia sus discípulos y les pregunta: “¿Cómo no tenéis fe?” (Marcos 4:40).
Enoc disfrutó de una estrecha comunión con el Señor. De hecho, su comunión con Dios fue tan íntima que el Señor lo trasladó a la gloria mucho antes de que su vida en la tierra hubiera terminado. “Por la fe Enoc fue traspuesto para no ver muerte, y no fue hallado, porque lo traspuso Dios; y antes que fuese traspuesto, tuvo testimonio de haber agradado a Dios” (Hebreos 11:5).
Considera la forma en que Dios mismo describió su relación con Abraham: “Abraham mi amigo” (Isaías 41:8). Asimismo, el Nuevo Testamento nos dice: “Abraham creyó a Dios… y fue llamado amigo de Dios” (Santiago 2:23).