UNA VIDA REAL, ABUNDANTE
Cuando el Espíritu nos mueve a hablar en amor, debemos hacerlo. Recientemente, al salir a almorzar con mi esposa, me sentí conmovido a decirle a uno de los camareros que Jesús lo amaba. Él no respondió, pero más tarde lo vi decirles a los otros camareros lo que yo le había dicho, lo cual produjo algunas miradas de curiosidad hacia nosotros. Luego algo interesante ocurrió. Cuando nos íbamos, otro camarero me detuvo ¡y me preguntó si yo podría orar por él!