A DIOS NO LE CUESTA HALLARTE
No importa cuán oscuro sea tu entorno o cuán “desconocida” sea tu identidad, cuando Dios decide revelarse a sí mismo en ti, él no tendrá problemas en hallarte.
No importa cuán oscuro sea tu entorno o cuán “desconocida” sea tu identidad, cuando Dios decide revelarse a sí mismo en ti, él no tendrá problemas en hallarte.
¡Jesús es el pan de vida! Él es tu fortaleza, tu visión, tu redención, tu libertad. Yo soy tu protector y tu guía. Todo lo que necesitas para la vida y la piedad puede ser hallado en Cristo.
Puedes estar seguro de que estos tres jóvenes podrían sentir el calor del horno al rojo vivo y estoy seguro de que no querían morir. Pero ellos tenían una increíble fe, puesta en sus corazones por el Espíritu Santo y eran inconmovibles, inflexibles.
Si has sido atrapado por el enemigo de alguna manera y has caído en su trampa, pero, aun así, tú sabes que amas a Dios con todo tu corazón, el Señor no permitirá que sigas siendo la víctima del enemigo.
Dios toma el asunto de la adoración muy en serio. No es algo ligero venir a la casa de Dios, un lugar bendecido con la unción del Espíritu Santo. Moisés le dijo a Aarón: “Esto es lo que habló Jehová, diciendo: En los que a mí se acercan me santificaré, y en presencia de todo el pueblo seré glorificado” (Levítico 10:3).
En Juan 20, leemos la historia de María Magdalena, la cual personifica a la Novia, cuyo corazón está totalmente entregado a Cristo. Aparentemente, era una mujer de recursos, ella ministraba a las necesidades de Jesús, con amor y afecto, juntamente con las otras tres Marías en su vida. Ella lo hacía esto por pura gratitud, porque la Biblia dice que Jesús había echado fuera de ella siete demonios (ver Lucas 8:2).
¡El Nuevo Testamento es tan emocionante! Nos muestra que Jesús fue la representación exacta del Padre y cuando vemos a Jesús, vemos exactamente cómo es Dios. ¡Tan lleno de amor, gracia, misericordia, poder, verdad y justicia! La Palabra de Dios nos dice que llevamos su naturaleza divina debido a la presencia de Jesús en nosotros.
Yo creo que la devoción más grande de un cristiano es aquella que es practicada en el frente de batalla, en el calor de la batalla, con disparos enfurecidos alrededor. En efecto, conozco a muchos creyentes cuya devoción ha sido fortalecida en medio de actividad agitada y la guerra espiritual. Ellos no tienen que estar en la cima de la montaña para amarlo con todo su corazón; ellos no necesitan vivir en un pueblo aislado para ansiar su venida. Ellos han aprendido a amar a Jesús tan apasionadamente en su trayecto al trabajo como en su cuarto de oración.
“Por tanto, también vosotros estad preparados; porque el Hijo del hombre vendrá a la hora que no pensáis” (Mateo 24:44).
La novia de Cristo debe vivir en una continua expectación de gozo por su inminente retorno, porque él puede llegar en cualquier momento. Jesús advirtió, sin embargo, que en los últimos días, ministros malvados se infiltrarán en la iglesia con la intención de hacer dormir a la novia. Ellos tratarán de quitar su corazón de amor por su novio, al declarar: “Mi señor tarda en venir” (24:48).
La Palabra de Dios testifica el hecho de que las aflicciones nos enseñan a doblar nuestras rodillas y clamar al Señor en medio de todos nuestros problemas y preocupaciones.
“Antes que fuera yo humillado, descarriado andaba; mas ahora guardo tu palabra” (Salmos 119:67).
“Conozco, oh Jehová, que tus juicios son justos, y que conforme a tu fidelidad me afligiste” (119:75).