VERDADEROS TESOROS DE LA SABIDURÍA DE DIOS
Todos los verdaderos tesoros de la sabiduría y el conocimiento están escondidos en Jesucristo y están disponibles para nosotros.
Todos los verdaderos tesoros de la sabiduría y el conocimiento están escondidos en Jesucristo y están disponibles para nosotros.
¿Por qué esperó Dios hasta que Abraham y Sara envejecieran para darles un hijo? ¿Por qué esperó hasta que la situación se volviera humanamente imposible y sólo la fe absoluta en él pudiera llevar a cabo la promesa? Fue porque esta semilla debía nacer completamente en la fe.
“[Dios] nos libró, y nos libra, y en quien esperamos que aún nos librará, de tan gran muerte” (2 Corintios 1:10).
Aquí, Pablo se está refiriendo del poder liberador de Dios: ¡pasado, presente y futuro! Él está diciendo: “Dios nos ha librado en el pasado, nos está librando ahora, y él nos librará en todos los problemas y pruebas futuros. ¡No tenemos que temer a nada que venga en nuestra dirección porque sabemos que Dios nos va a librar!”
“No os ha sobrevenido ninguna tentación que no sea humana; pero fiel es Dios, que no os dejará ser tentados más de lo que podéis resistir, sino que dará también juntamente con la tentación la salida, para que podáis soportar” (1 Corintios 10:13).
La mayoría de nosotros sabe que Cristo es el modelo perfecto de amor. Conocemos el mensaje en 1 Corintios 13 acerca de la preeminencia del amor y sabemos que Dios es amor. Pero luego tratamos tontamente de amar más en nuestras propias fuerzas. Hacemos esfuerzos bien intencionados y deliberados para superar los hábitos egoístas y nuestro disgusto natural por las personas irritantes y desagradables.
En muchas de nuestras vidas falta un vínculo crucial, que a menudo es la razón por la cual no recibimos respuestas a muchas de nuestras oraciones. Amado, ese eslabón perdido es la fe. “Sin fe es imposible agradar a Dios; porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que le hay, y que es galardonador de los que le buscan” (Hebreos 11:6).
Tu cuerpo es el templo del Espíritu Santo y desde su santuario dentro de tu corazón, él sopla su influencia sobre todas tus emociones, atrayéndote, animándote, consolándote, convenciéndote de pecado, dirigiéndote, enseñándote, reprendiéndote, manifestando la realidad de Cristo. ¡Qué regalo tan maravilloso!
Lamentablemente, muchos descuidamos este maravilloso don dentro de nosotros. Y algunos, incluso, ignoran por completo al Espíritu de Dios, siguiendo con sus vidas cotidianas como si él no habitara en ellos.
David confiadamente declaró: “[Dios es] la ayuda de mi semblante” (Salmos 42:11, traducción literal). Cuando hablamos del semblante, nos referimos a la expresión facial, inclusive el lenguaje corporal y el tono de voz. David está diciendo algo muy importante aquí. Tu rostro es como una pancarta que anuncia lo que está aconteciendo en tu corazón; todo el gozo o la confusión se refleja ahí.
A medida que los hijos de Dios se ocupan de sus rutinas diarias, avanzan en su caminar con Jesús, de pronto pueden ser golpeados por una tormenta, una ola de problemas que golpea por todos lados. En el Salmo 107:23-26, leemos sobre “los que descienden al mar en naves” y son sacudidos por vientos tormentosos. Los marineros en este relato estaban tan asustados que casi se desmayan (versículo 26).
En la cultura actual, muchos cristianos están confundidos acerca del concepto de ganar. Pero, con demasiada frecuencia, ni siquiera sabemos cómo definir la apariencia de ganar. Los pastores piensan que para tener una iglesia ganadora deben tener una edificación más grande, un presupuesto más grande, un equipo de adoración efectivo, un excelente ministerio para niños. Las personas de negocios piensan que tener más empleados, disfrutar de mayores ganancias y alcanzar prestigio en su campo equivale a ganar.