UN ANCLA PARA TU ALMA
Al orar en fe, el Rey David se apoderó de esta verdad: “No me anegue la corriente de las aguas, ni me trague el abismo, ni el pozo cierre sobre mí su boca” (Salmos 69:15). No es inusual que incluso la persona más piadosa enfrente problemas que se levantan como una avalancha. Y al igual que David, podemos estar sumergidos en la Palabra de Dios, ser fieles para orar y estar dedicados al Señor; sin embargo, nos sentimos abrumados por oleadas de temor.