JESÚS RESPONDE A UN SIMPLE TOQUE
Mientras Jesús caminaba con Jairo, un principal de la sinagoga de Capernaum, camino a su casa para sanar a su hija, una mujer que sufría de hemorragia crónica los abordó. Durante doce años ella había sangrado sin cesar y estaba muriendo lentamente. Lucas, un médico, escribió que ella “había gastado en médicos todo cuanto tenía y por ninguno había podido ser curada” (Lucas 8:43).