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Devocionales en Español

Buscando la Unidad en Cristo

David Wilkerson (1931-2011)

“La gracia del Señor Jesucristo, el amor de Dios, y la comunión del Espíritu Santo sean con todos vosotros” (2 Corintios 13:14). Este conocido versículo se usa a menudo como una bendición en los servicios de la iglesia, pero es más que una bendición. Es el resumen de Pablo de todo lo que ha estado enseñando a los corintios sobre el amor de Dios.

Presionado por Todos Lados

David Wilkerson (1931-2011)

Durante siglos, el testimonio más poderoso del pueblo de Dios para el mundo ha sido el resplandor de Cristo a través del profundo sufrimiento en sus vidas. El carácter manifiesto de Cristo ha tocado a los que les rodean y ha ministrado a ateos, musulmanes e inconversos de todo tipo.

El Inquebrantable Amor de Dios

David Wilkerson (1931-2011)

La palabra inquebrantable significa “no disminuido, no ceder o debilitarse en vigor o ritmo; incapaz de ser cambiado, apegarse a un rumbo determinado”.

Esta es una maravillosa descripción del amor de Dios. Nada puede obstaculizar o disminuir su búsqueda amorosa de los pecadores y los santos. El salmista David lo expresó de esta manera: “Detrás y delante me rodeaste… ¿A dónde me iré de tu Espíritu? ¿Y a dónde huiré de tu presencia?  Si subiere a los cielos, allí estás tú; Y si en el Seol hiciere mi estrado, he aquí, allí tú estás” (Salmos 139:5,7-8).

Apartados para los Propósitos de Dios

Gary Wilkerson

Cuando las almas perdidas de este mundo enfrentan serias crisis de vida y no tienen ninguna fuente de esperanza, la iglesia de Cristo debe representar la diferencia que están buscando. Nuestras vidas deben distinguirse por la esperanza, la alegría, la paz, el amor y el dar. Pero muchos seguidores hoy han borrado esas distinciones arrastrándose hacia una línea de transigencia e incluso cruzándola. Como resultado, los perdidos y los heridos ven la vida de los cristianos como si no fuera diferente de la suya.

¿Qué Senda Elegirás?

Claude Houde

“Bienaventurado el varón que no anduvo en consejo de malos, ni estuvo en camino de pecadores, ni en silla de escarnecedores se ha sentado; sino que en la ley de Jehová está su delicia, y en su ley medita de día y de noche” (Salmos 1:1-2).

Los Botines de la Guerra Espiritual

David Wilkerson (1931-2011)

“De lo que habían consagrado de las guerras y de los botines, para reparar la casa de Jehová” (1 Crónicas 26:27). Este versículo nos abre a una profunda y transformadora verdad. Habla de botines que sólo se pueden ganar en la batalla, y una vez que estos botines se ganan, son consagrados para edificar la casa de Dios.

Comprender la poderosa verdad detrás de este versículo nos permitirá comprender porqué el Señor permite una intensa guerra espiritual a lo largo de nuestras vidas. Dios no sólo permite nuestras batallas, sino que tiene un propósito glorioso para ellas.

Nuestra Necesidad de Compañerismo en Dios

David Wilkerson (1931-2011)

Jesús declaró: “Yo soy el pan de vida… Yo soy el pan vivo que descendió del cielo… El que me come, él también vivirá por mí” (Juan 6:35,51,57). La imagen del pan aquí es importante. Nuestro Señor nos dice: “Si vienes a mí, te alimentarás. Estarás apegado a mí, como miembro de mi cuerpo. Por lo tanto, serás fortalecido por la fuerza vital que hay en mí”. De hecho, cada miembro de su cuerpo obtiene sus fuerzas de una sola fuente: Cristo, la cabeza. Todo lo que necesitamos para llevar una vida vencedora fluye hacia nosotros, a partir de él.

Cristo Brillando a través de Nuestros Sufrimientos

David Wilkerson (1931-2011)

Nadie en la tierra puede ponerte en el ministerio. Tú podrás recibir un diploma en un seminario, ser ordenado por un obispo o comisionado por una denominación. Pero Pablo revela la única fuente de cualquier verdadero llamado al ministerio: “Doy gracias al que me fortaleció, a Cristo Jesús nuestro Señor, porque me tuvo por fiel, poniéndome en el ministerio” (1 Timoteo 1:12).

El Padre Procura tu Crecimiento

Gary Wilkerson

“Yo soy la vid verdadera, y mi Padre es el labrador. Todo pámpano que en mí no lleva fruto, lo quitará; y todo aquel que lleva fruto, lo limpiará, para que lleve más fruto. Ya vosotros estáis limpios por la palabra que os he hablado. Permaneced en mí, y yo en vosotros. Como el pámpano no puede llevar fruto por sí mismo, si no permanece en la vid, así tampoco vosotros, si no permanecéis en mí. Yo soy la vid, vosotros los pámpanos” (Juan 15:1-5).