UNA GLORIA SIEMPRE CRECIENTE
“Les dijo también: Mirad lo que oís; porque con la medida con que medís, os será medido, y aun se os añadirá a vosotros los que oís” (Marcos 4:24).
Jesús sabía que estas palabras podían sonar extrañas para los oídos no espirituales, por lo que antecedió a su mensaje diciendo: “Si alguno tiene oídos para oír, oiga” (4:23). Él nos estaba diciendo, en esencia: “Si tu corazón está abierto al Espíritu de Dios, entenderás lo que tengo que decirte”.