​ÉL HACE A LOS DÉBILES, OSADOS COMO LEONES

Jim Cymbala

El rey David quería edificar el templo en Jerusalén y crear una magnífica edificación para Dios, pero el Señor le dijo que no sería él quien lo haría. En lugar de ello, el Señor escogió a su hijo Salomón. Todos los funcionarios de Israel se reunieron en Jerusalén y David anunció el plan de Dios. “[Dios] me ha dicho: Salomón tu hijo, él edificará mi casa y mis atrios” (1 Crónicas 28:6).

RECORDANDO LA COMPASIÓN DE JESÚS

David Wilkerson (1931-2011)

Es posible decir: “Yo creo que Dios puede hacer lo imposible”, y, sin embargo, ser incapaz de aceptar los milagros del Señor para nuestras vidas debido a un corazón dudoso. En Mateo encontramos a Jesús subiéndose a un bote para irse a “un lugar desierto y apartado” (14:13). Acababa de recibir la noticia de que Juan el Bautista había sido decapitado y las noticias lo conmovieron tanto que sintió la necesidad de estar solo para orar. Sin embargo, cuando la gente oyó que Jesús se estaba yendo, “le siguió a pie desde las ciudades” (mismo versículo).

CUANDO PEDRO LE FALLÓ A JESÚS

David Wilkerson (1931-2011)

En algún momento, es posible que tu relación con el Salvador se vuelva fría y distante. Una mirada a la vida del apóstol Pedro revela que negó a Cristo tres veces, incluso yendo tan lejos como para decirle a sus acusadores: “No lo conozco” (Lucas 22:57). Este discípulo estaba seguro de su relación con Jesús y se había dicho a sí mismo y a los demás: “Nunca se enfriará mi amor por Cristo. Otros pueden irse, pero yo moriré por mi Señor” (ver Mateo 26:35).

EVITANDO EL APARTARSE DE CRISTO

David Wilkerson (1931-2011)

Es posible que los cristianos se vuelvan espiritualmente negligentes, atrapados en la falta de oración, pasando días sin buscar la Palabra de Dios. Sí, la Biblia claramente advierte que es posible que los creyentes devotos se desvíen de Cristo y ofrece advertencias poderosas sobre cómo evitar quedarse dormido en la medianoche: “Por tanto, es necesario que con más diligencia atendamos a las cosas que hemos oído, no sea que nos deslicemos.

UN PUEBLO A QUIEN DIOS ANHELA

Gary Wilkerson

“Es tiempo de que el juicio comience por la casa de Dios” (1 Pedro 4:17). Dios anhela una iglesia pura para que podamos ser las personas que él realmente desea que seamos: limpios y sin mancha del mundo. Él quiere hacer una obra profunda en nosotros para purificarnos y hacernos sensibles al Dios santo y asombroso al que servimos.

ÉL SÓLO NOS PIDE SEGUIRLE

Nicky Cruz

No hay nada tan emocionante como caminar cada día con el Espíritu Santo. Movernos y respirar en el poder de Dios. Escuchar la voz que llega a tu espíritu, luego obedecer lo que él quiera que hagas. Ir a donde él te diga que vayas. Decir lo que él te dice que digas. Ministrar a quien él pone en tu camino. Beber del pozo de su sabiduría mientras él lo imparte en tu corazón y en tu mente.

“El espíritu es el que da vida; la carne para nada aprovecha; las palabras que yo os he hablado son espíritu y son vida” (Juan 6:63).

DOS SIMPLES PAUTAS PARA DEPENDER DE DIOS

David Wilkerson (1931-2011)

No hay una fórmula para vivir en total dependencia del Señor, pero hay pautas simples que puedes considerar. En primer lugar, debes estar convencido de que el Señor está ansioso y dispuesto a hacer que tú conozcas su voluntad, incluso en los detalles más pequeños de tu vida. El Espíritu Santo que permanece en ti conoce la voluntad de Dios para ti y él te guiará, te conducirá y te hablará.

COMPARTIENDO EL AMOR DE JESÚS

David Wilkerson (1931-2011)

Jesús les dijo a sus discípulos: “Yo os elegí a vosotros, y os he puesto para que vayáis y llevéis fruto” (Juan 15:16). Luego, rápidamente agregó estas solemnes palabras: “y vuestro fruto permanezca”. Estas palabras de Cristo se aplican a sus discípulos hasta el día de hoy. Él está diciendo, en esencia: “Asegúrense de que su fruto perdure”.

“DIGA EL DÉBIL: FUERTE SOY”

David Wilkerson (1931-2011)

Todos somos culpables de incredulidad a veces. A menudo nos enfrentamos a otra lucha y permitimos que el enemigo nos desaliente. Podríamos desarrollar sentimientos de inexplicable soledad o, al experimentar un sentimiento de total incapacidad, nos convencemos de que el Señor no nos oye. Un clamor brota de nuestros corazones: “Dios, ¿dónde estás? Yo oro, ayuno, estudio tu Palabra. ¿Por qué no me libras de esto?”