OYENDO LA VOZ DEL PADRE
Jesús vivió su vida en la tierra totalmente dependiente del Padre celestial. Nuestro Salvador no hizo nada y no dijo nada hasta haber consultado primero con su Padre en gloria. Y no hizo milagros, excepto aquellos que el Padre le instruyó. Él declaró: “Según me enseñó el Padre, así hablo … no me ha dejado solo el Padre, porque yo hago siempre lo que le agrada” (Juan 8:28-29).