Cuando se Estremecen los Cimientos

David Wilkerson (1931-2011)

Mientras se estremecen todos los cimientos del mundo, Satanás ruge como un león, y hay confusión, violencia e incertidumbre. Los que confían en el Señor, sin embargo, verán la salvación de Dios con corazones y mentes en paz. Pueden disfrutar del reposo y el dulce sueño, sin miedo a las condiciones que los rodean.

Les doy algunas promesas gloriosas de Dios para todos los que confían en él en estos tiempos peligrosos.

  • “En cuanto a Dios, perfecto es su camino, y acrisolada la palabra de Jehová. Escudo es a todos los que en él esperan” (2 Samuel 22:31).

Un Espejo del Señor

David Wilkerson (1931-2011)

“Pero Esteban, lleno del Espíritu Santo, puestos los ojos en el cielo, vio la gloria de Dios, y a Jesús que estaba a la diestra de Dios, 56 y dijo: He aquí, veo los cielos abiertos, y al Hijo del Hombre que está a la diestra de Dios” (Hechos 7:55-56)!

El Inexorable Amor de Dios

David Wilkerson (1931-2011)

Hablemos de la palabra “inexorable”. Significa sin disminuir en intensidad o esfuerzo, inflexible, intransigente, incapaz de ser cambiado o persuadido por argumentos.

Inexorable, constante, sostenido, interminable: ¡qué maravillosa descripción del amor de Dios! Nada puede impedir o disminuir su amorosa búsqueda tanto de los pecadores como de los santos. El salmista lo expresó perfectamente: “Detrás y delante me rodeaste, Y sobre mí pusiste tu mano… ¿A dónde me iré de tu Espíritu?

Las Cuatro Cosas que Dios nos Da

Gary Wilkerson

En Filipenses, el primer capítulo termina con un encargo a los creyentes. “Solamente que os comportéis como es digno del evangelio de Cristo, para que o sea que vaya a veros, o que esté ausente, oiga de vosotros que estáis firmes en un mismo espíritu, combatiendo unánimes por la fe del evangelio, y en nada intimidados por los que se oponen, que para ellos ciertamente es indicio de perdición, mas para vosotros de salvación; y esto de Dios” (Filipenses 1:27-28). ¡Esto suena genial!

¿De Verdad Responde Dios la Oración?

Tim Dilena

Familias jóvenes en un suburbio de Carolina del Norte comenzaron una iglesia; y después de dos años, estaba explotando. Tuvieron que mudarse a un local más grande, pero después de un tiempo, una librería para adultos compró el edificio frente a ellos. Así que ahora esta iglesia comparte un estacionamiento con una librería para adultos. Intentaron combatirlo. Enviaron cartas al alcalde, se presentaron ante el ayuntamiento, solicitaron el traslado de la librería. Nada funcionó.

Cuando Dios Prueba al Hombre

David Wilkerson (1931-2011)

Nos hemos preocupado tanto en probar a Dios que no hemos preparado nuestros corazones para las grandes pruebas de la vida mediante las cuales Dios prueba al hombre. ¿Podría ser que la gran prueba que estás enfrentando ahora, la carga que ahora llevas, es en realidad Dios obrando para probarte?

¿Cuándo es que Cristo Sufre Más?

David Wilkerson (1931-2011)

Jesús amaba a Lázaro, y también amaba mucho a las dos hermanas de Lázaro, María y Marta. Su casa era un oasis para el Hijo. Sabemos que Lázaro y su familia amaban a Jesús, pero las Escrituras son más enfáticas al señalar el amor de Cristo por ellos. “Señor, he aquí el que amas está enfermo” (Juan 11:3).

“Oyéndolo Jesús, dijo: Esta enfermedad no es para muerte, sino para la gloria de Dios, para que el Hijo de Dios sea glorificado por ella” (Juan 11:4).

Rechazando la Cueva de Ladrones

David Wilkerson (1931-2011)

Jesús subió a Jerusalén en la Pascua y entró en el templo (ver Juan 2:13-17). Lo que vio lo horrorizó. ¡Los mercaderes se habían apoderado de la casa de Dios! Él vino buscando una casa de oración y lo que encontró fue una preocupación por la promoción, exhibición y venta de mercancías religiosas. Los líderes religiosos estaban contando sus ganancias. Los hombres de Dios se habían convertido en vendedores ambulantes de mercancías religiosas, corriendo de un lado a otro promocionando sus bienes.

Cristo Ganó la Batalla

David Wilkerson (1931-2011)

En los últimos meses, he leído muchas cartas tristes y lamentables de creyentes que todavía están atados por hábitos pecaminosos. Multitudes de cristianos en apuros escriben: “No puedo dejar de apostar… Estoy en las garras de una adicción al alcohol… Estoy teniendo una aventura y no puedo romperla… Soy un esclavo de la pornografía”. En carta tras carta, estas personas dicen las mismas cosas. “Amo a Jesús y le he suplicado a Dios que me libere. He orado, llorado y buscado el consejo de Dios. Simplemente no puedo liberarme. ¿Qué puedo hacer?"