Idolatría en el Tiempo Presente

David Wilkerson (1931-2011)

En esta era sofisticada, nos resulta difícil entender la idolatría del Antiguo Testamento. Es increíble leer que personas inteligentes estuvieran tan cegadas que ofrecieron adoración a imágenes talladas a mano de madera, piedra y metales preciosos. Sin embargo, fue el pecado de idolatría lo que provocó la terrible ira de Dios sobre su propio pueblo. “Tú, pues, no ores por este pueblo… porque no te oiré” (Jeremías 7:15).

Declarando la Victoria Total

Gary Wilkerson

Cuando el profeta Eliseo estaba en su lecho de muerte, Joás, el rey de Israel, lloró en alta voz y declaró que la gran luz profética de Israel estaba a punto de apagarse. Él recordó las grandes obras de fe de Eliseo y lloró: “¡Padre mío, padre mío, carro de Israel y su gente de a caballo!” (2 Reyes 13:14). Eliseo se recuperó brevemente, trayendo esperanza al corazón de Joás. Entonces el profeta le dio al rey algunas instrucciones: “Consigue un arco y varias flechas” (13:15, NVI).

Victorias que Parecen Derrotas

Carter Conlon

Leemos en la Palabra de Dios que en los últimos días, el pecado abundará y el amor de muchos se enfriará. ¿Quién puede negar que esto está sucediendo hoy? La sociedad continúa cayendo en espiral hacia una oscuridad más profunda casi a diario; y puede ser fácil volverse frío para con cualquier forma de amor. Eventualmente, muchos cristianos terminarán desanimados; de hecho, algunos ya lo están.

Aprendiendo a Domar la Lengua

David Wilkerson (1931-2011)

Las palabras que hablamos reflejan lo que hay en nuestros corazones. “Porque de la abundancia del corazón habla la boca” (Mateo 12:34). Tu lengua habla sólo lo que hay en tu corazón.

¿Recuerdas cuando dijiste algo malo cuando eras niño? Tu madre se apresuró a corregirte y quizás a disciplinarte de alguna manera, ¿verdad? Pero ahora que eres adulto, debes tomar en serio la advertencia de la Escritura de que debemos domar nuestra lengua. “Pero ningún hombre puede domar la lengua, que es un mal que no puede ser refrenado, llena de veneno mortal” (Santiago 3:8).

La Obra de Jesús Delante del Trono

David Wilkerson (1931-2011)

La Biblia nos dice que cuando Cristo ascendió al cielo, asumió el ministerio del Sumo Sacerdote para todos los que acuden a él por fe. “Mas éste, por cuanto permanece para siempre, tiene un sacerdocio inmutable” (Hebreos 7:24). Jesús es inmutable, ¡el mismo ayer, hoy y siempre! Mientras vivas, él será tu Sumo Sacerdote en el cielo, intercediendo en favor tuyo.

Compadecimiento en el Sufrimiento

David Wilkerson (1931-2011)

Existe una “Escuela de compadecimiento  del Espíritu Santo” que consiste en santos que han sido probados y han sufrido mucho, soportando tentaciones, pruebas y malos tratos. La Biblia habla de “la participación de sus padecimientos” (Filipenses 3:10), un compañerismo de sufrimiento compartido. Jesús fundó esta escuela y demostró que es posible soportar todo tipo de dificultades y graduarse como vencedor.

Redención A Través de Su Sangre

David Wilkerson (1931-2011)

“En quien tenemos redención por su sangre, el perdón de pecados según las riquezas de su gracia” (Efesios 1:7). La sangre de Jesús nos redime del pecado y del poder de las tinieblas. Muchas personas han sido redimidas y justificadas por la sangre de Jesús, pero siguen viviendo innecesariamente en temor y condenación.

Conscientes del Espíritu Santo

Jim Cymbala

Pedro fue un discípulo principal y, sin embargo, negó al Señor tres veces. Después de las negaciones, Pedro se fue llorando en la noche. Él no perdió su relación con Jesús en ese momento, pero sintió de manera aguda el dolor de su traición y la pérdida de una relación cercana con alguien a quien amaba profundamente. El Espíritu estaba obrando en él para traer el dolor que lleva al arrepentimiento y la restauración.

¿Estás Evitando la Comunión con Jesús?

David Wilkerson (1931-2011)

¿Cómo te sentirías si cocinaras una comida maravillosa, invitaras a los que dijeron que vendrían, y luego, después de que todo estuviera preparado y listo para ser servido, nadie apareciera? La mayoría de nosotros nos sentiríamos bastante rechazados y decepcionados. Sin embargo, esto es lo que sucedió en esta parábola que Jesús les habló a sus discípulos en Lucas 14.