EL DOLOR DE UN CORAZÓN QUE DUDA
Es posible que hayas tenido una situación por la que estabas orando, pero no parecías obtener una respuesta. Puedes decir: “Oré con fe, creyendo a Dios, pero él no me oyó. Esperé y esperé, pero él nunca respondió. ¿Cómo puedo entregar mi vida a Dios si él no responde a mis oraciones?”
Puede que no estés enojado con Dios, pero ciertamente has perdido confianza, lo cual, te impide comprometerte plenamente con él. Por lo tanto, has detenido la oración y ya no disfrutas de la plenitud de sus bendiciones.