Puedes sentirte feliz, saludable y estar en la cima del mundo en este momento. Si es así, probablemente no necesites este mensaje. Pero si te sientes deprimido por alguna razón, bajo una carga de dolor o pena, soledad o sufrimiento, este mensaje es para ti.
“Mayor es el que está en vosotros, que el que está en el mundo” (1 Juan 4:4). Es posible cambiar por completo tu vida y descubrir una vida de gozo y paz más allá de cualquier cosa conocida. ¡Una de las claves para hacer esto es aprender de una vez por todas que no puedes depender de otra persona para tu felicidad!
Muy a menudo los cristianos quieren mantener al Espíritu Santo confinado en su pequeño mundo, pero Jesús dijo que derramaría su Espíritu sobre toda carne; no sólo sobre los creyentes sino también sobre los no creyentes. “Derramaré de mi Espíritu sobre toda carne” (Hechos 2:17). Jesús se asoció con los pecadores y les ministró. Hoy, el Espíritu Santo busca guiar a los pecadores a toda verdad, para convencer de pecado y consolar a quienes más lo necesitan.
¿Cuáles son algunas de las formas en que sabes que el favor de Dios está en ti? Despertaste esta mañana; pudiste respirar profunda y limpiamente; hay personas en tu vida que te aman, y has conocido a un Salvador llamado Jesucristo. ¿Sientes a Jesús caminando contigo hoy? ¿Está él hablando contigo, cuidándote, proveyéndote, dándote fuerzas, sonriéndote? Todas estas cosas son sólo una parte de la plenitud de su favor. Sí, definitivamente, ¡el favor de Dios está en tu vida!
“Y uno de ellos [los fariseos], intérprete de la ley, preguntó por tentarle, diciendo: Maestro, ¿cuál es el gran mandamiento en la ley? Jesús le dijo: Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente. Este es el primero y grande mandamiento. Y el segundo es semejante: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. De estos dos mandamientos depende toda la ley y los profetas” (Mateo 22:35-40).
Una de las palabras más trágicas en cualquier idioma es algún día. Resume las esperanzas y sueños no cumplidos de toda esta generación. Muchos están atados, solos, desconsolados, desilusionados, rechazados, esperando que ocurra un milagro. Pero nada va a suceder a menos que tomen medidas para que esto suceda.
Encontramos un desafío frontal para nuestra pequeñez en un solo versículo cuando Jesús nos llama a abandonar nuestro reducido y estrecho círculo, para ser transformados en el glorioso reino de la libertad y la utilidad. “El que ama su vida, la perderá; y el que aborrece su vida en este mundo, para vida eterna la guardará” (Juan 12:25). Una y otra vez Jesús nos llama: “Tu mundo es demasiado pequeño; pide una vida más grande y más significativa”.
El apóstol Pablo habla de una gran apostasía que vendrá sobre la tierra en los últimos días. ¿Qué es la apostasía? Es “el rechazo de una verdad, que una vez se creía y proclamaba”. En pocas palabras, es un alejamiento de la verdad de Dios. Pablo escribe acerca de la apostasía por venir: “Pero con respecto a la venida de nuestro Señor Jesucristo, y nuestra reunión con él, os rogamos, hermanos, que no os dejéis mover fácilmente de vuestro modo de pensar, ni os conturbéis, ni por espíritu, ni por palabra… en el sentido de que el día del Señor está cerca.
El libro de Job registra muchas preguntas que este santo que sufría le planteaba a su Padre celestial durante su época de gran tribulación. ¿Por qué estaba pasando por tanto sufrimiento? ¿Por qué su vida carecía de sentido aun cuando había sido tan fructífera y próspera? ¿Cuál fue el propósito en todo esto? La respuesta de Dios a Job es creativa y única, ya que responde con esta pregunta: “¿Sacarás tú al leviatán con anzuelo?” (Job 41:1).
Además de describir a Dios como Creador, Consolador y Rey, la Biblia también lo llama “Aquel que oye la oración”. Esta es una de las descripciones más dulces y menos conocidas del Señor en las Escrituras: “Tú oyes la oración; a ti vendrá toda carne”. O, más literalmente: “Oidor de oración, a ti vendrán todos los hombres” (Salmos 65:2).