Viviendo con Eternidad en Nuestros Corazones
Yo creo en predicar contra el pecado. Sé que mi corazón es propenso a vagar. Sé que soy inclinado a resbalar, pero hay algo más que simplemente responder a un llamado al altar. No es suficiente.
Yo creo en predicar contra el pecado. Sé que mi corazón es propenso a vagar. Sé que soy inclinado a resbalar, pero hay algo más que simplemente responder a un llamado al altar. No es suficiente.
La Biblia afirma que una esposa e hijos son un regalo del Señor. “Goza de la vida con la mujer que amas, todos los días de la vida de tu vanidad que te son dados debajo del sol (Eclesiastés 9:9) y: “He aquí, herencia de Jehová son los hijos; cosa de estima el fruto del vientre” (Salmos 127:3).
Sin embargo, antes de ir más lejos en esa línea de pensamiento, admite que si eres padre de un adolescente en medio de una crisis existencial donde todo se pone en tela de juicio, es posible que te hayas preguntado si ese “regalo” era canjeable o al menos reembolsable.
La resurrección de Cristo fue precedida por un breve período de sufrimiento. Es una garantía de que nosotros vamos a sufrir. Hay dolor y tristeza. A menudo es la voluntad de Dios que suframos con sentimientos de vacío e incluso dolor. “De modo que los que padecen según la voluntad de Dios, encomienden sus almas al fiel Creador, y hagan el bien” (1 Pedro 4:19).
¿Por qué ninguno de nosotros ora como debería? Sabemos que todas nuestras cargas se pueden aliviar cuando nos encerramos con él. La voz del Espíritu Santo sigue llamándonos a la oración: “¡Ven!” Ven al agua que satisface la sed de nuestras almas. Ven al Padre que se compadece de sus hijos. Ven al Señor de la vida que promete perdonar todo pecado que hayamos cometido. Ven al Dios que se niega a condenarte, abandonarte o esconderse de ti.
Aunque predico a miles, hay veces que me siento lejos de la cálida presencia de Dios. Cuando estoy seco y vacío, no tengo un gran anhelo de leer la Palabra y pocos deseos de orar. Sé que mi fe está intacta, que mi amor por Jesús es fuerte y que no tengo ningún deseo de probar las cosas de este mundo. Es solo que parece que no puedo tocar a Dios durante días, tal vez incluso semanas.
Varios ministros me han escrito expresando su preocupación por los feligreses que simplemente se dan por vencidos. “Los buenos cristianos honestos están muy abrumados por la culpa y la condenación que causa desesperación. Cuando no pueden cumplir con sus propias expectativas, cuando vuelven a caer en el pecado, deciden darse por vencidos…”
Un número creciente de cristianos está en su punto de quiebre. Pocos cristianos se atreverían siquiera a pensar en renunciar a su amor por Jesús, pero desesperados, consideran renunciar a sí mismos.
Dios es indiviso. Él no está dividido de ninguna manera. Él es todo encantador, puro y amoroso. Hay un solo Dios y este Dios es uno en plenitud y perfección. Él está totalmente unificado con todas las cosas que son santidad.
En 1 Samuel 30, leemos acerca de cómo David estaba en una gran angustia y cómo lidiaba con eso. Este hombre tenía muchas razones para sentirse desdichado. Estaba profundamente angustiado porque el llamado a su vida, la profecía que Samuel le había dicho de que sería rey, parecía que no iba a suceder. Probablemente también estaba angustiado porque su gran relación con Jonatán se había roto por el tiempo y la distancia. Ciertamente estaba angustiado porque el rey Saúl venía tras él, diciendo cosas malas contra él y tratando de matarlo.
La felicidad no significa vivir sin dolor ni sufrimiento. La verdadera felicidad es aprender a vivir con fidelidad y gracia un día a la vez, a pesar de la tristeza y el dolor. Es aprender a regocijarse en el Señor, sin importar lo que haya sucedido en el pasado. Quizás te sientes rechazado y abandonado. Tu fe puede ser débil y piensas que estás fuera de combate. La tristeza, las lágrimas, el dolor y el vacío pueden devorarte a veces, pero Dios todavía está en el trono. ¡Él sigue siendo el Señor Todopoderoso!
Recuérdate a ti mismo que Dios sabe exactamente cuánto puedes tu soportar y él no permitirá que llegues a un punto de quiebre. Nuestro Padre amoroso dijo: “No os ha sobrevenido ninguna tentación que no sea humana; pero fiel es Dios, que no os dejará ser tentados más de lo que podéis resistir, sino que dará también juntamente con la tentación la salida, para que podáis soportar” (1 Corintios 10:13).