Estamos Plenamente Persuadidos
Dios quiere que confíes en él y no dudes de su Palabra y de sus promesas. Dios espera que le creamos cuando él habla.
Dios quiere que confíes en él y no dudes de su Palabra y de sus promesas. Dios espera que le creamos cuando él habla.
No estamos abrumados ni tenemos temor. A medida que los problemas empeoran, nos fortalecemos en el poder del Espíritu Santo.
El Espíritu me ha dejado claro que todas mis oraciones son en vano a menos que ore con fe. Podría llorar, ayunar, interceder, agonizar y esforzarme en oración y aún así no tener ningún impacto en el Señor a menos que lo esté haciendo con una fe sencilla como la de un niño.
Billy Graham dijo una vez: “La ansiedad es el resultado natural cuando nuestras esperanzas se centran en algo que no sea Dios y su voluntad para nosotros”.
Después de la experiencia de la transfiguración en la cima del monte, Jesús descendió e inmediatamente se encontró con un hombre que estaba en problemas (ver Mateo 17:1-21).
“La cual tenemos como segura y firme ancla del alma, y que penetra hasta dentro del velo” (Hebreos 6:19).
El ancla a la que se refiere este pasaje de las Escrituras es la esperanza. No es la esperanza de este mundo inicuo, sino la esperanza fundada en el juramento de Dios de guardar, bendecir y gobernar a los que confían en él. Es una esperanza que nos mueve más allá del velo, que representa nuestra fe superficial, para caminar con confianza en Cristo.
“Puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe” (Hebreos 12:2).
Si me preguntaras qué está pasando en el mundo ahora mismo, te respondería:
“¡Todo lo que Jesús nos advirtió que sucedería en los últimos días!” Él predijo que el corazón de los hombres les fallaría por temor a lo que está sucediendo en la tierra. Advirtió de terremotos en varios lugares, levantamiento de nación contra nación y etnia contra etnia. Hemos vivido para ver el comienzo de todas las profecías del tiempo del fin cumplidas ante nuestros propios ojos.
David nos da una imagen clara de la actitud de Jesús frente a la tormenta venidera. Pedro predicó de los salmos de David, que hablan proféticamente de Cristo, diciendo: “Veía al Señor siempre delante de mí, porque está a mi diestra, no seré conmovido” (Hechos 2:25). El significado literal aquí es: "Yo estaba siempre en su presencia, contemplando su rostro". David agregó: “Por lo cual, mi corazón se alegró, y se gozó mi lengua, y aun mi carne descansará en esperanza” (Hechos 2:26).
A Dios le preocupa que nuestra fe se tambalee, que no confiemos en él durante una crisis. Amados, nuestro peor pecado es nuestra falta de voluntad para creer que Él hará lo que prometió. Eso lo ofende más que el adulterio, la fornicación, el abuso de drogas o alcohol o cualquier otro pecado de la carne. Él desea, requiere, confianza en él.
Su Palabra dice: “Sabe el Señor librar de tentación a los piadosos” (2 Pedro 2:9). "Fiel es Dios, que no os dejará ser tentados más de lo que podéis resistir” (1 Corintios 10:13).
Si hay una palabra que expresa la naturaleza de Dios, es armonía. Desde el momento en que él extendió los cielos y llenó la tierra de vida, todos los componentes trabajaron juntos. Vemos esta sinfonía a nuestro alrededor, desde las estrellas hasta las selvas y las cavernas escondidas en lo profundo del océano.
Es lo mismo con los humanos. Dios diseñó cada parte de nosotros para trabajar juntos en sincronicidad divina. Hoy, incluso con nuestro conocimiento avanzado, solo hemos raspado la superficie de la interconexión entre mente, cuerpo y espíritu.