Descansando en el Amor de Dios
Dios nos dice: “Dame, hijo mío, tu corazón” (Proverbios 23:26). Su amor exige que le correspondamos, que le devolvamos un amor total, indiviso, que requiere todo nuestro corazón, alma, mente y fuerza. Sin embargo, el Señor nos dice en términos claros: “No puedes ganarte mi amor. El amor que te doy es inmerecido”. Juan escribe: “Nosotros le amamos a él, porque él nos amó primero” (1 Juan 4:19).