Nuestra Herencia
Dios nos ha provisto a cada uno de nosotros de una herencia mediante la cual podemos presentarnos ante Él con justicia perfecta en Jesucristo, y deberíamos desearla.
Dios nos ha provisto a cada uno de nosotros de una herencia mediante la cual podemos presentarnos ante Él con justicia perfecta en Jesucristo, y deberíamos desearla.
Cuando vemos fuerzas mundanas que llevan a las personas rápidamente hacia sus objetivos, no debemos desesperarnos ni desanimarnos por el poder que ellas tienen y el que a nosotros nos falta. Dios tiene un camino diferente para nosotros.
Cuando nos encontramos en una situación y no estamos allí con nuestras propias fuerzas, cuando le damos la gloria a Dios y no estamos allí por nosotros mismos, podemos ver a Dios moverse.
Jesús dio a sus seguidores una herencia que puede hacernos mucho más ricos que cualquier persona sobre la faz de la tierra. Es una herencia de una justicia perfecta.
Dios no tiene que enviar un ángel para hablar con sus hijos; él ya ha puesto sus recursos dentro de cada uno de nosotros: el mismo Espíritu Santo.
Jesús ha enviado al Espíritu Santo para que sea el ayudador de todos los que le siguen, ¡y él no hará oídos sordos a nuestros gritos de ayuda!
Nada conmoverá a los seguidores de Cristo si caminamos en obediencia amorosa y agradable al Padre.
Dios no busca sólo la victoria en la vida de sus seguidores. Él nos ayudará, por supuesto, pero lo que Dios realmente quiere es un pueblo que lo adore.
Cuanto más profundas sean nuestras relaciones, más importante se vuelve que vivamos de una manera auténticamente piadosa para que nuestro testimonio tenga el poderoso sonido de la verdad.
Si has sido llamado a trabajar para el Señor y estás ocupado cumpliendo ese llamado y confiando en Jesús, nada puede obstaculizar esa misión divina.