Su Obra, No la Nuestra
Cuando nos dirigimos a Jesús con una fe salvadora, Dios nos acredita la justicia de Jesús y todos nuestros pecados son lavados gracias a su obra, no a la nuestra.
Cuando nos dirigimos a Jesús con una fe salvadora, Dios nos acredita la justicia de Jesús y todos nuestros pecados son lavados gracias a su obra, no a la nuestra.
La gente a menudo siente que su vida ha acabado cuando toca fondo o lucha contra un dolor abrumador, pero Dios tiene planes buenos y hermosos para su pueblo.
El amor sacrificial de la iglesia fue y sigue siendo lo que hará que un mundo moribundo se levante y preste atención al mensaje del evangelio acerca de Cristo.
Jesús hizo todo por amor y por el deseo de complacer a su padre celestial. Cada una de nuestras decisiones debe reflejar una conciencia de Dios y un deseo de agradarle.
La casa de la que Jesús habla en sus parábolas es nuestro caminar con él. Estamos construyendo una base para conocer a Cristo, para comprender sus caminos.
Dios ha comenzado a sacudir nuestra sociedad, y va a sacudir todo lo que está a la vista para él revelarse como el único poder inquebrantable.
Un corazón arrepentido nunca tiene que esconderse del Señor porque ya no hay temor al juicio. Si reconoces los pecados con tristeza según Dios, verás su rostro.
En lugar de limitarse a analizar a Dios desde la distancia, los creyentes deben saborear el gozo y la riqueza de su presencia. Aquí es cuando realmente comenzamos a comprenderlo.
Dios cree que nuestras palabras son tan importantes y pueden marcar tal diferencia en la vida de alguien que nos hace responsables de ellas. Entonces, ¿cómo animamos a los demás con nuestras palabras?
No hay necesidad de preocuparse por nuestras pruebas. Dios es fiel para responder a cada una de nuestras necesidades y peticiones. Fuimos creados para tener comunión con él incluso en nuestros tiempos más difíciles.