Rescatados de la Trampa
“Bendito sea Jehová, que no nos dio por presa a los dientes de ellos. Nuestra alma escapó cual ave del lazo de los cazadores; nuestro socorro está en el nombre de Jehová, que hizo el cielo y la tierra” (Salmos 124:6-8).
“Bendito sea Jehová, que no nos dio por presa a los dientes de ellos. Nuestra alma escapó cual ave del lazo de los cazadores; nuestro socorro está en el nombre de Jehová, que hizo el cielo y la tierra” (Salmos 124:6-8).
Mientras los pastores admiraban al bebé en el pesebre, vieron a un Salvador que redimiría a toda la humanidad. Cuando los sabios lo vieron, vieron a un Rey que conquistaría la muerte. Y cuando los profetas miraron hacia adelante, vieron un Emancipador que abriría las puertas de la prisión, rompería cadenas y liberaría a los cautivos. Todos ellos tenían su visión de quién era Jesús y por qué vino.
“He aquí yo veo cuatro varones sueltos, que se pasean en medio del fuego sin sufrir ningún daño; y el aspecto del cuarto es semejante a hijo de los dioses” (Daniel 3:25).
“El ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret a una virgen desposada con un varón que se llamaba José, de la casa de David; y el nombre de la virgen era María. Y entrando el ángel en donde ella estaba, dijo: ¡Salve, muy favorecida! El Señor es contigo” (Lucas 1:26-28).
El ángel hizo un anuncio increíble: “María, no temas, porque has hallado gracia delante de Dios. Y ahora, concebirás en tu vientre, y darás a luz un hijo, y llamarás su nombre JESÚS. Este será grande, y será llamado Hijo del Altísimo” (1:30-32).
“Tenemos dones diferentes, según la gracia que se nos ha dado. Si el don de alguien es el de profecía, que lo use en proporción con su fe… si es el de animar a otros, que los anime” (Romanos 12:6, 8, NVI).
“Mi pecado te declaré, y no encubrí mi iniquidad. Dije: Confesaré mis transgresiones a Jehová; y tú perdonaste la maldad de mi pecado” (Salmos 32:5).
David era un hombre que sabía arrepentirse. Él escudriñaba constantemente su corazón ante Dios y era pronto para clamar: "He pecado, Señor. Tengo necesidad de oración".
Quiero hablarte sobre las distracciones mentales durante la oración y sobre la adoración abandonada, especialmente en la casa de Dios. Jesús llamó hipócritas a las personas que acudían a su presencia con palabras de alabanza, pero cuyas mentes y corazones estaban envueltos en otros asuntos. Él les habló directamente, diciendo: "Ustedes me dan das sus bocas y sus labios, pero sus mentes están en otro lugar. ¡Sus corazones ni siquiera están cerca de mí".
“Samuel tomó el cuerno del aceite, y lo ungió en medio de sus hermanos; y desde aquel día en adelante el Espíritu de Jehová vino sobre David” (1 Samuel 16:13).
La oración que agrada a Dios es muy simple y fácil de entender. Los discípulos le dijeron a Jesús: "Señor, enséñanos a orar" (Lucas 11:1). Esta petición refleja un sincero deseo de aprender a orar de una manera que sea agradable al Señor.
Jerusalén es un símbolo de la ciudad de Dios, o la morada de Dios. Reconstruir los muros era importante porque servía como una señal para los enemigos de Israel, mostraba que Dios estaba con su pueblo y revelaba su bendición.
Cuando Nehemías oyó que los muros de Jerusalén todavía estaban derrumbados más de medio siglo después de la culminación de la reconstrucción del templo, “me senté y lloré, e hice duelo por algunos días” (Nehemías 1:4). Luego ayunó y oró mientras formulaba un plan para remediar la situación.