ENTRANDO EN LAS PROMESAS DE DIOS
Te animo a creer que aún hay cosas más importantes por venir. Dios va a intervenir en tus circunstancias y tú caminarás en tus promesas cumplidas.
Te animo a creer que aún hay cosas más importantes por venir. Dios va a intervenir en tus circunstancias y tú caminarás en tus promesas cumplidas.
A veces, Dios da una palabra de dirección, un sentido en el que debemos avanzar. Ese tipo de dirección sólo la oye un oído atento o un corazón que oye.
Quizás, como David, tú has pasado por algún tipo de período sin sentido en tu vida. En medio del caos, has actuado según la carne y has corrido delante de Dios. Si es así, ¡no te desesperes!
Abraham es conocido por la iglesia como un hombre de fe. De hecho, la Biblia lo presenta ante nosotros como un ejemplo de fe: “Así Abraham creyó a Dios, y le fue contado por justicia” (Gálatas 3:6).
Conocemos a Daniel como el valiente y talentoso joven que sirvió lealmente a Nabucodonosor, rey de Babilonia e interpretó sus sueños. Pero sus mayores hazañas vinieron como resultado de ser un hombre justo de oración.
Daniel vivió una vida tan dedicada y santa que no esperarías verlo arrepintiéndose delante del Señor. Pero su corazón era muy sensible al pecado y se identificaba con los horrendos pecados del pueblo de Israel. Observa el sujeto tácito en su oración.
En la dura disciplina de desenterrar el pecado de su corazón, David clamó: "Examíname, oh Dios, y conoce mi corazón; Pruébame y conoce mis pensamientos; y ve si hay en mí camino de perversidad, y guíame en el camino eterno” (Salmos 139:23-24).
No importa cuán oscuro sea tu entorno o cuán “desconocida” sea tu identidad, cuando Dios decide revelarse a sí mismo en ti, él no tendrá problemas en hallarte.
¡Jesús es el pan de vida! Él es tu fortaleza, tu visión, tu redención, tu libertad. Yo soy tu protector y tu guía. Todo lo que necesitas para la vida y la piedad puede ser hallado en Cristo.
Puedes estar seguro de que estos tres jóvenes podrían sentir el calor del horno al rojo vivo y estoy seguro de que no querían morir. Pero ellos tenían una increíble fe, puesta en sus corazones por el Espíritu Santo y eran inconmovibles, inflexibles.
Si has sido atrapado por el enemigo de alguna manera y has caído en su trampa, pero, aun así, tú sabes que amas a Dios con todo tu corazón, el Señor no permitirá que sigas siendo la víctima del enemigo.